2010/11/10

El Athletic. La Gabarra.

Hoy me ha llegado un vídeo de la celebración de la Liga ganada por el Athletic en 1983, es decir, algo que todo aficionado sabe de memoria: la Gabarra.

Es curioso lo del Athletic. Bajo mi punto de vista, ideología … como queramos llamarlo, el espectáculo actual que ofrece el futbol es un ejemplo de alienación de las masas, un aborregamiento que conduce a dar una importancia trascendental al resultado del enfrentamiento entre 22 caballeros (en algunos casos, dejémoslo en 22 personas; por supuesto que si se trata de un encuentro entre 22 señoras el tratamiento es totalmente distinto). A lo que voy, instrumentalización de los sentimientos, enaltecimiento de las emociones, arrinconamiento de la razón… incluso apoyo de actitudes intransigentes, racistas, intolerantes … En fin, un dechado de virtudes.

Y a pesar de ello, soy un futbolero impenitente. Rectifico, un forofo del Athletic que no ve más allá de los colores rojiblancos. Y hay quien no me cree: me la trae al pairo la final del mundial, la Champions, el partido del siglo… siempre que el protagonista no sea el Athletic. En ese caso, pasamos a hablar de religión.

Visto desde fuera, no me comprendo. Esa bipolaridad entra en el terreno de lo irracional, y no se puede explicar. ¿O sí?

En mi caso, el tema del Athletic entra en la tradición familiar. El carnet de socio, como a mi hermano, fue un regalo de nuestro aitite (abuelo) quien, todas las navidades, nos regalaba el pago de la cuota anual rodeando el acto de acudir a las taquillas de San Mamés de una serie de sencillos ritos: el dinero en efectivo, el caldito posterior con una chorretada de vino blanco y un pincho de tortilla, la charla sobre el devenir del equipo en ese año… 

Muchos años antes, mucho antes de nacer yo, cuando los partidos se jugaban al medidía por el tema de luz, otra de las tradiciones familiares que mantenía mi aitite era, en función del resultado del partido, volver a casa con unos pasteles. 

Esas pequeñas historias familiares, en cada casa la suya, hacen que el compartir una afición se convierta también en tradición, en una tierra como la nuestra, tan anclada a sus tradiciones.

Luego está el tema de la filosofía de jugar con jugadores de Euskal Herria, una forma de ver el fútbol admirada por unos e incomprendida por otros, pero que es algo que hoy por hoy pocos aficionados se plantean.

Los éxitos del Athletic trascienden lo deportivo y, en virtud de esa filosofía por la cual muchísimos de los aficionados conocen personalmente a alguno de los jugadores o, cuando menos, les ha visto crecer deportivamente, pues eso, los éxitos deportivos se transforman en éxitos asumidos por la sociedad como el triunfo de unos valores y una forma de ver la vida: sacrificio, esfuerzo, trabajo, solidaridad …

De la misma manera, hay quien dice que en las épocas difíciles el Athletic ha estado ahí para ayudar a superar los malos momentos. Es algo constatable con las dos últimas ligas, demasiado lejanas por desgracia, que habría que situar en el contexto económico-político de los primeros años 80 con las duras reconversiones industriales y, especialmente la segunda, después del desastre de las inundaciones del año 83 que, por otra parte, provocaron una catarsis colectiva que supuso el punto de partida hacia la transformación del pujante Bilbao actual.

Es asumido que nos engañamos a nosotros mismos. Por lo menos yo lo asumo. Pero es bonito seguir manteniendo ese romanticismo.

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